Fantasía



 

 

–¿Te gustaría probar? –pregunté a mi pareja.

En la televisión, tres personas se enrrollaban: gemidos, miradas y movimientos calenturientos.

Mi pareja soltó una risilla si esclarecer su respuesta. 

Esa noche soñé con ello... Al sonar el  despertador, estaba cachondísima, mis pezones clamaban auxilio y encajandolos en su espalda y mi mano por debajo de sus bragas la desperté susurrando "lo decía en serio".

-Ahora la gran duda; ¿hombre o mujer?, porque estaremos de acuerdo que tiene que ser alguien desconocido.- estaba atónita, ¡accedía a mi fantasía!

- Sí, sí alguien desconocido. Dije

Entre hombre o mujer, queriamos probar algo diferente. Y que la reacción inicial de mi pareja era que seguramente no habría contacto entre ambas (no quiso entrar en detalles),por lo que concluimos que fuera un hombre.

Elegimos ir a un local de intercambio de pareja. Por primera vez vi en directo el juego de la caza, el intercambio de gente, unicornios sacados de historias fantásticas y una puesta en escena no tan perfecta como la de las pelis, pero real.

Me sentía aturdida visualmente y enmudecida. Mi pareja hablaba algo más, pero cuando me di cuenta, su conversación no se dirigía a mí, sino a una hombre grande y sonriente que estaba sentado en la barra junto a nosotras. Le presté mi atención. Él sabía que eramos "vírgenes" y nos lo soltó con naturalidad y desparpajo, provocando unas risas.

El morenazo hablaba de su vida sexual con total confianza y nos preguntó si queríamos jugar, porque le encantaba introducir a nuevas parejas.

En ese momento comenzó en mi interior un cosquilleo, dudas ante una fantasía que podría pasar a ser una realidad. Revoloteaba en mi cabeza si saltar con una excusa que abortase la situación.

No obstante surgió dentro mía algo que fue imponiéndose al ruido de los gemidos y la música, dejando la moral y prejuicios enterrados en lo básico, el cuerpo y el goce.

Ese algo se unió a una mano que, acariciando la cara de nuestro acompañante, unimos nuestras bocas. Sentí el ardor de unos labios carnosos de un hombre desconocido y un diálogo interno que gritaba un sí morboso.

Nos dirigimos hacia un reservado con una cama redonda y entre risas y nervios desapareció la ropa y la vergüenza. Cuando mi compañera se unió al juego, siguió nuestro pacto, me permitió dirigir. Agarré la cabeza de nuestro unicornio y la hundí en el coño de mi pareja. Oia humedecida los gemidos de mi pareja y saqué el arnés doble que había incluido en muchas de mis fantasías, lo lubriqué y haciendo un gesto de permiso a nuestro unicornio, se lo introduje consiguiendo un placer de a tres. Me sentía como una heroína de nuestro tiempo y pedi saborar a mi pareja y que él me penetrara. Otro sí triunfal sonó dentro de mí; así es tener sexo con más personas, así de ¿sencillo?

Y en ese momento llena de placer y saboreando el fruto de la mujer que amo, cruzamos miradas. Sonreí triunfal: "Lo decía en serio"

Nina Bastet 

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